Eterno presagio


Si conociéramos todo lo que va a suceder no habría futuro. Las decisiones, los planes, la aventura y el concepto mismo de riesgo carecería de todo sentido. Simplemente esperaríamos a que suceda y viviríamos en un universo inmóvil sumido en un eterno presente.

Pero en nuestro universo, lo desconocido -y el acto asociado de develarlo- se encuentra inexorablemente en el futuro, y nos provoca ansiedad, temor, ilusión, angustia, esperanza.

Algunos creen que el futuro no existe, otros que no existe nada nuevo bajo el sol, y otros creemos que ambos están equivocados.
¿Quién construiría una hermosa casa en un valle sabiendo que será arrasada por la creciente al año siguiente?
¿Quién dedicaría su vida a una nueva teoría científica que ya se sabe luego se demostrará errónea?
¿O quién se negaría a conocer al amor de su vida, aunque la magia durara sólo un día?
En cierta forma, la arquitectura divina nos protege de nosotros mismos, y el futuro se oculta inteligentemente -hasta ahora- fuera de nuestros límites físicos en tres dimensiones. Y aún así, nos esforzamos incansablemente por predecir el devenir en todas sus formas posibles. Profetas, adivinadores, pronosticadores, matemáticos, hombres de negocios y otros pobres necios han plagado de augurios nuestra historia y siguen esforzándose tras el viento en el presente. Sólo algunos pocos “iluminados” llegan a acariciar atisbos del porvenir y anuncian sus presagios de lo que inexorablemente va a sucedernos.

Inventamos entonces calmantes para lo que nos angustia, inventamos respuestas para lo que no podemos entender, y culpamos al destino o aceptamos sumisos lo que la divinidad de turno nos tiene preparado.

¿Será que no queremos aceptar que somos responsables de nuestro propio futuro? ¿Será que la ilusión de una ventaja sirve de anestesia para nuestras fuertes emociones?

Cualquiera sea el caso, nos fascina la posibilidad de saber si todo está escrito y con ello destruirnos a nosotros mismos. Quizás sea esta ilusión lo que nos condena a vivir esperanzados aunque esclavos de un futuro que se nos antoja escurridizo. Quizás nos ilusione pensar que podremos ganarle al destino final de todos los mortales.

O quizás, tan sólo seamos parte de un universo cambiante en eterno presagio.

4 comentarios:

Anónimo dijo... / marzo 18, 2009 9:18 p. m.  

Me encanta lo que has escrito, tenès madera. Y la "cosa divina" palpita en cada renglòn. MUY bueno tio! desde todo punto de vista....presagio un gran blog!
Armando

Anónimo dijo... / marzo 19, 2009 6:03 p. m.  

Encontrar una respuesta a semejante interrogante es como encontrar la piedra filosofal.
Desde siempre el hombre ha estado en la búsqueda de ella y en tanto no se encuentre, tendríamos que elegir una, la que mejor nos pegue, ya que con la información que nos da la experiencia más nuestros razonamientos no alcanza para llegar "La Respuesta".

No olvidar que también podemos elegir un mix. Es bueno aceptar el desafío de tener la responsabilidad de hacer nuestro futuro, pero cada día nos demuestra que suceden cosas imposibles de prever, inclusive hasta de imaginar, y tenemos que ver como colocamos esta pieza en nuestro rompecabezas.

Me alegra encontrar nuevamente al Rodolfo que con sus ideas nos sacude y nos induce a replantearnos los hechos que creíamos tener ya resueltos.

Felicitaciones y un gran abrazo!

elotroojoazul dijo... / marzo 20, 2009 3:13 a. m.  

Querido Rodolfo, que placer encontrarte! y escribiendo, cosa que nos hará conocerte mas y estar más cerca!
Excelente el nombre de tu blog! y tu encabezamiento.

Lo que viene con nosotros , lo que generamos y el azar, que buena combinación para que la vida nos tenga atrapados con la ilusión de cumplir nuestros deseos antes que se nos escurra el tiempo!
muchos cariños!
Virginia

Alejandro Quiroga Alsina dijo... / marzo 21, 2009 5:34 p. m.  

Hola Rodolfo!

Primero: OAS me mandó por acá y, ¡qué gusto encontrarte! Cuánto tiempo sin tomar contacto. Creo que este medio es una buena forma de hacerlo.

Segundo: Respecto de tu post en particular, creo que por lo general los miedos no se ven adentro, se ven afuera y se ven proyectados en pantallas especiales que pueden representarlos. Son muchas veces las pantallas de lo desconocido, que pueden tomar cualquier forma y así obedecer a la imagen que cualquiera quiera crear en ellas. Allí está la clásica Oscuridad, está el Futuro y, por supuesto, también está la Muerte. Y hay muchas otras, pero esas tres se llevan la mayoría de las proyecciones, me parece.

Esa es, entonces, mi idea de porqué el Futuro (y la mayúscula no es casual) ejerce siempre tanto efecto hipnótico sobre todos nosotros.

Un abrazo!